viernes, 24 de mayo de 2013

COSAS QUE PASAN EN TIMIZA


barrio Timiza Carrera 74a Av Villavicencio
Cuando los conjuntos  cerrados  aparecieron, otras formas de encontrarnos en la calle  empezaron a vislumbrarse  a nuestros ojos.  De pronto, una frontera de enrejados nos separaba del resto del mundo,  de Alicia, la monita que vivía en la otra calle y que bastaba con un simple silbido para que ella se asomase a la ventana.  De los sardinos de la otra calle con los que se tranzaba el partido de banquitas, por el honor y la gaseosa litro. De los encuentros en la tienda o en la panadería, en todo aquello que nos hacía sentir en barrio.
El enrejado trajo una leve y ligera frialdad al espacio que nos empezó a fragmentar sin darnos cuenta,  ahora el encuentro es detrás de las puertas del conjunto,  formando los corrillos sobre las mismas rejas donde se fragua las fronteras y los muros.  Antes un grito, un silbido o una canción  era suficiente para acudir a la ventana, ahora, lo único que funciona para ello, es el anuncio por citófono de un velador cualquiera.
barrio Timiza Carrera 74a Av Villavicencio

Timiza segundo sector, es un complejo de cuatro conjuntos cerrados que desembocan por el sur con la Avenida Villavicencio a través de la carrera 74ª.  Esta vía, además de ser el  corredor que conecta a los conjuntos de Timiza con el resto del mundo,  es a la vez el lugar donde los rostros en realidad pueden encontrarse.   Sólo se trata de situarnos allí sobre el medio día para comprender su movimiento.  Grupos de niños y jóvenes que regresando del colegio se apostan sobre los enrejados para compartir un poco más, antes que alguno de ellos, ese que precisamente habita en alguno de los conjuntos, deba cruzar la puerta que lo separa del resto.  Señoras que regresan del mercado con los víveres que faltan para el almuerzo, adultos mayores que no soportan el encierro y  salen a caminar fuera del enrejado; y así, rostros y rostros que deambulan y se encuentran sobre la vía, pasan desapercibidos los unos con los otros,  hasta el mismo instante de regresar al interior del enrejado, donde la frialdad del encierro no deja más que una profunda indiferencia.
Intervención de la UMV en el Barrio Timiza 
Y la indiferencia es un virus que corroe todas las formas de existencia con el mundo, apagando las formas más puras de sentirnos dentro de él.  Sin embargo, esta es nuestra realidad, cada vez son más conjuntos cerrados en Bogotá que barrios de puertas abiertas, cada vez son más los enrejados que se apoderan de la ciudad, y con ello,  miles de fronteras se trazan dentro de un mismo territorio.  Sin embargo,  vale la pena separar la frontera mental que nos separa los unos con los otros,  vale la pena romper las barreras que nos unen a la ciudad y comprender que todo está conectado con todo, que la ciudad es una totalidad de la cual somos una parte, tal vez vale la pena mirar  al otro de nuevo a los ojos y reconocerlo como vecino, como un compañero  con el cual construyo el mismo territorio.

Tal vez Timiza puede volver a sonreír, sonreírle al otro, sonreír con el otro,  desterrar la indiferencia detrás del enrejado, y con ello, un nuevo sentido de realidad pueda florecer entre las rejas  y el mundo que ocurre detrás de las varas de metal. 

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