Sobre
los terrenos de la antigua luna Muisca, esos mismos sobre los cuales, años
después y en tiempos de la colonia, la comunidad Jesuita levantara en adobe y
yeso una monumental hacienda sobre las
postrimerías de la quebrada “La
Chiguaza”, hacienda destinada para el
procesamiento de trigo y la producción de harina que surtía a la ciudad de
Santa Fe, y que por ende llevaría el
nombre de: “Molinos – La
Chiguaza”. Sobre estos terrenos cuyos
últimos dueños fueron los Morales
Gómez, quienes fraccionarían la hacienda
y la venderían en lotes, a familias de
escasos recursos que provenían de distintas provincias de Cundinamarca y
Boyacá, y otras que se apropiaron de la
tierra por el simple hecho de arribar
allí y levantar un techo donde sus pies se detuvieran. Sobre estos terrenos en
los que hoy, segunda década del siglo XXI,
se sostienen treinta y tres barrios y poco más de ciento cincuenta mil
personas que conviven con una quebrada
agonizante y una vieja hacienda en ruinas: La Paz Cebadal, Naranjos, Caracas,
Palermo Sur, Danubio, Molinos, Cultivos, miles de rostros que confluyen en una misma realidad, una misma
cotidianidad levantada sobre un cerro que sostiene sus centenares de casas que se
ordenan en fila y hacia la cima, esa
misma donde la luna se detiene para
iluminar las noches de la sabana, según lo decían nuestros ancestros indígenas.
Sobre estas tierras que ahora son parte
de la localidad de Rafael Uribe Uribe en el Distrito Capital de Bogotá, y
después de muchas batallas realizadas por la comunidad, la avenida “La Chiguaza” les es entregada
completamente nueva, completamente reinventada.
Carlos
León es presidente del barrio Comuneros segundo sector y presidente de la
Asociación de Juntas de la Localidad de Rafael Uribe, un ciudadano convencido en el servicio a la comunidad,
tan convencido, que este sentido del servicio lo condujeron a él, y otros líderes comunales
del sector Chiguaza, a levantar una
lucha que duró cinco años y más de 278 folios radicados.
Según
Carlos León, la vía “La Chiguaza”, la primera que tuvieron, desapareció hace ya
bastante tiempo, dejando entre sus
vestigios, un camino de lodo y maleza
que desconectó el costado sur de la UPZ Diana Turbay del resto de la ciudad. Por allí no era
posible ningún tipo de tránsito, por allí ni los propios pies eran seguros,
puesto que predominaba el barro sobre cualquier otra forma de suelo, y el barro
se tragaba todo, botas, llantas de bicicleta, lo que fuese, dejando de los vestigios de esta vía, poco
menos que una forma de recuerdo al que todos esquivaban la vista.
Pero
fue en el año 2008 precisamente, cuando los líderes comunales de los barrios
del sector, tomaron la iniciativa de
gestionar la recuperación de la vía La
Chiguaza, y empezaron entonces a
movilizarse, entre solicitudes a la UMV y al IDU. Demandas, derechos de
petición, entre otros; y según lo narra Carlos León, en agosto de 2008, fue adjudicado el proyecto
de reconstrucción de la vía La Chiguaza.
Sin
embargo, y aunque el recurso fue entregado a la firma contratista, la obra nunca se realizó, por razones que
conocemos todos y que no se justifica recordar ahora; sin embargo, dicho
desfalco le costó más de un sueño a la comunidad del sector de la Chiguaza, más
de una esperanza, más de una confianza puesta en que la salida a la Av Caracas
era posible.
Los
años fueron transcurriendo y con ellos, la resistencia de los líderes
comunitarios fue mermando poco a poco, las esperanzas debilitándose, la
impotencia afloraba, y sólo el espíritu firme los pudo sostener. Las gestiones parecían inocuas nadie
respondía, nadie enseñaba el rostro, y la esperanza por la comunidad de
presenciar la reconstrucción de su vía,
desvanecía a cada paso de segundo que evaporaba en la penumbra del
silencio administrativo.
Ya
cuando la esperanza se encontraba casi muerta,
pero la continuidad de las gestiones por parte de los líderes comunales
se mantenía a la constante, e iniciando
el año de 2012, el proyecto de recuperación de la vía a la Chiguaza tuvo por
fin su real nacimiento, las obras duraron poco más de un año, pero por fin a
mediados del mes de agosto de 2013, una
fulgurosa avenida que inicia en el barrio Molinos segundo sector y se proyecta
hacia la zona alta de la UPZ Diana Turbay,
era presentada oficialmente a la comunidad de la Chiguaza, y asistieron en bandada líderes,
niños, amas de casa, hombres y
mujeres quienes con las expectativas nuevas y los rostros embebidos de
júbilo, se acercaban a comprobar que en
realidad era cierto, que la vía estaba terminada, que lo soñado alguna vez, y
muchas veces en tiempos anteriores, tenía su eco en la realidad, apareciendo
ante sus ojos inundados de alegría desde la mirada hasta el brillo que se
proyecta en todo el rostro cuando se llega al final de toda lucha.
Cómo
un acto simbólico, y sobre la nueva vía la Chiguaza, don Carlos León depositó los 278 folios que dan el testimonio de cinco años de lucha,
de promesas rotas, de caídas y renacimientos,
278 folios que significan una reivindicación de la lucha comunitaria, de aquella que logra triunfar cuando las voces se unen hacia una misma
causa, cuando pesan más los intereses de todos que los propios. 278 folios que
representan noches que parecían perdidas,
diligencias, sellos, firmas, autenticaciones, tiempo que parecía
perdido, anhelos que parecían
perdidos. 278 folios que representan el
descanso de los líderes de la Chiguaza quienes lograron llegar hasta el final
sin desfallecer.
Sobre
estos terrenos donde la luna se posa en las noches para descansar, en estas
noches su reflejo rebota sobre el asfalto nuevo que engalana la nueva vía “La Chiguaza”, nuestro cerro de la luna ahora
tiene un camino, nuestro cerro de la luna ahora tiene un peso menos.