Existen calles
congestionadas a cada momento del día,
calles desiertas por donde ni la brisa de la mañana toca alguna forma de
vida. Existen calles populares por donde las voces y el comercio se enmarañan
sobre las losas y los aparadores. Pero
también las hay, las históricas, esas que están aquí desde el principio de los
tiempos cuando la ciudad se empezó a llamar ciudad, esas calles que primero
fueron caminos reales, esas mismas por donde transitaron los primeros moradores
de Bogotá, y que hoy, representan una
fibra pura del sentido de existir de la ciudad.
Esto no es nuevo, no
somos los primeros en mencionar a la Candelaria como el corazón histórico de la
ciudad, y por lo tanto no representa novedad alguna para todo aquel que tiene
contacto con Bogotá. Siendo esto así, la naturaleza propia de las calles de la
Candelaria, toman un matiz diferente y especial
para el interés de todos, y sobre todo de sus residentes, de los que
conviven allí en el corazón de la ciudad día a día, reconociendo que, sobre
estas calles, la forma de asumir las mismas tienen otra naturaleza, y por tal
otras formas de vida.
La Calle décima entre
la carrera primera y séptima, sostiene entre sí misma, esos aditamentos mencionados anteriormente y
mucho más, cuando esta vía es la entrada
a la Candelaria por la Avenida Circunvalar, cuando entre su pendiente se deslizan los pasos de muchos que ingresan
al centro histórico entre sus adoquines que guardan por cada paso una forma de
memoria de lo que significa caminar. Es
así, la calle 10 invita a caminar, a caminar a propios y extranjeros, a confluir
entre rostros que se encuentran en la vía y las edificaciones antiguas
que sostienen sus contornos. No debe ser casualidad que el Teatro Taller de
Colombia tenga su sede sobre esta calle, a la altura de la carrera Primera.
El Teatro Taller
es una agrupación de artes escénicas
especializada en el “Teatro de Calle”, y durante cuarenta años se ha sostenido entre
nosotros, llevando el arte dramático a las vías, los parques y todo aquello que
signifique espacio público.
Al visitar las
instalaciones del Teatro Taller nos encontramos con Luis Vicente
Estupiñán, un actor y director de teatro
con más de veinte años de trayectoria en el arte de calle. Luis Vicente, o “Elvis” como es conocido en el medio habla
de la calle, habla del sentido propio de llevar el arte al espacio abierto en
donde confluimos todos. Elvis
reconoce cómo la calle es más que el espacio público, y lo
refiere de esta manera:
-
Somos herederos de una tradición
centenaria de personajes de calle, culebreros, vendedores ambulantes,
saltimbanquis, y Colombia tiene una tradición festiva en la calle.
Y es así, porque en la calle hemos construido
las formas de existir como seres sociales, como seres que nos buscamos y nos
necesitamos el uno con el otro, pero también en la calle hemos construido una
cultura, hemos levantado formas de
existir que nos reconoce como humanos, en la calle hemos levantado batallas en contra de la
soledad
- La calle el lugar de comunicación con los seres humanos, suena fascinante encontrarse con el otro en la calle
El teatro Taller ha
llevado el arte a las comunidades que transitan en la vía, se han regodeado de rostros y miradas, de
risas y aplausos, ha despertado sentimientos, a combatido soledades, El Teatro Taller en estos años ha hecho
renacer la calle como espacio de vida, como espacio de encuentro, como una
forma pura de despertar el día a la ciudad y hacerla sonreír.
A un costado del teatro
Taller, se encuentra el Hotel Muisca.
Allí, su administrador Juan Carlos García nos habló de la cantidad de
visitantes extranjeros que tiene el hotel y que caminan por las aceras de la
Candelaria, expectantes de conocer ese
centro colonial que aún se sostiene sobre una metrópoli que se niega a
abandonar su historia en la Candelaria.
Sin embargo, menciona como durante mucho
tiempo, la calle 10 se halló completamente derruida, con sus adoquines
deteriorados, que ponían en dificultad el paso del transeúnte, de los carros
que intentan ingresar a la candelaria por la circunvalar, y del aspecto deplorable que el estado de la
vía dejaba a la calle misma.
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