Hoy
somos testigos del crecimiento desaforado de nuestra querida Bogotá, el concreto
se expande en el territorio como si quisiera devorarlo todo, lo que hace unas
cuantas décadas eran poblaciones alejadas de la urbe, hoy en día hacen parte de
una de las 20 localidades que conforman esta gran ciudad; lo que hace unos años
eran grandes humedales, ríos cristalinos y bosques nativos, es hoy hábitat de
miles de personas provenientes de todas partes del país. Sí, Bogotá es refugio
de las esperanzas de miles de colombianos que encuentran en la capital una
oportunidad para hacer renacer o hacer prosperar su vida. Esto ha significado
una oportunidad de vida para muchos pero en esa transformación también es mucho
lo que hemos perdido y olvidado.
Con
este crecimiento desenfrenado son muchos los humedales que han desaparecido
para darle lugar a centros comerciales; son muchos los ríos que han sido
envenenados por causa del “desarrollo industrial” y también son muchos los
árboles que hoy hacen parte del olvido. En medio de este crecimiento del
asfalto la ciudadanía se dio cuenta de que no es posible la vida sino se
protege la vida misma, por esta razón se pronunció a favor de un programa de
gobierno que considera el cuidado del agua como un eje central de su plan de
desarrollo, la política del amor de la cual habla el alcalde mayor hace parte de una política por la vida que reconoce que no habrá forma de
crecer como ciudad, ni siquiera de subsistir como humanidad si no aprendemos a
cuidar el agua y organizar nuestro territorio en torno a ella.
La
Unidad de Mantenimiento Vial es parte importante de la política del amor de la
Bogotá humana, su misión de recuperar y mantener en buen estado la malla vial
local de la ciudad se cumple dándole preponderancia al ser humano que habita
alrededor de la calle, la UMV se preocupa y se ocupa de los huecos que hacen
los carros en la ciudad, pero sobre todo se ocupa de los niños y las niñas que
sueñan con volver a jugar alrededor de sus calles en buen estado, la UMV se
ocupa de los jóvenes que reencuentran sus miradas en las calles que los invitan
a recorrerlas como parte de su propia historia personal, la UMV se ocupa de la
esperanza de los ancianos y las ancianas que anhelan volver a recodar las historias
que un día tejieron en sus calles, es allí donde conocieron su primer amor, es
ahí donde sembraron los sueños del porvenir de sus hijos. Es ahí, en la calle,
donde las historias de vida de las personas sobreviven al asfalto y es a través
del encontrar esas historias como encontramos la humanidad que brota de la
calles de nuestra ciudad.
El
trabajo que realiza la UMV en las 20 localidades de Bogotá reparando las vías
deterioradas y recogiendo las historias de sus gentes incluye todos los
estratos socio-económicos, incluye barrios nuevos y otros que han estado desde
la fundación misma de la ciudad en el año de 1538. Bogotá cuenta con una enorme
riqueza humana, inmigrantes de todas las regiones del país no han cesado de
venir desde mediados del siglo XX debido a que aquí han encontrado refugio al
horror de la guerra y otros han encontrado una oportunidad que no les ofrecía
la provincia. Cualquiera que haya sido la razón de su arribo a esta ciudad,
Bogotá siempre ha sido sinónimo de esperanza y siempre ha sabido acoger a
quienes buscan un lugar donde germine un sueño de vida, un sueño de cual la UMV
se ha hecho participe.
Que no se
calle la calle…
Bogotá
se configura como un territorio pluriétnico, multicultural donde los sueños de
todos los colombianos tienen la posibilidad de germinar. Este territorio hace
cinco siglos era llamado por sus habitantes, los muiscas, Bacatá que significa ‘Territorio de la semilla del espíritu
originario’, y a través de todos estos siglos la vida de sus habitantes ha
ido dejando sus huellas en sus casas, edificios, bibliotecas, hospitales,
parques… pero sobre todo en sus calles, lugares donde se desarrolla por
excelencia el concepto de lo ‘publico’ por ser este espacio de encuentros y
desencuentros, sinónimo de igualdad ya que todas las personas pueden acceder a
ellas; las calles nos han servido para comunicarnos, para unir los lugares que
conforman nuestra vida en sociedad, ellas han sido testigos silenciosas de
nuestro crecimiento, como seres humanos y como ciudad.
En
la Bogotá Humana la ciudadanía ha priorizado en el presupuesto el arreglo de
sus calles y este gobierno ha decidido que la voz del ciudadano no sea más un
grito desesperado y solitario sino por el contrario que la voz de la gente sea
el mandato de sus gobernantes, por eso se invierte una significativa parte del
presupuesto distrital en el arreglo de las calles, pero teniendo siempre
presente la visión de construir humanidad en cada obra que se realice en la
ciudad.
Por
tal motivo se busca que al momento de reparar una vía, la voz que guarda la
memoria de esa calle, de ese barrio, de esa esquina, también sea escuchada; que
la voz de las personas que han vivido esa calle sea el mejor de los monumentos
que le hacemos a la historia de esta ciudad.
Desde
esta perspectiva consideramos a la calle como un gran archivo de la sabiduría
popular. Las calles de la ciudad conforman en su conjunto una biblioteca del
saber universal vivenciado por miles de abuelos y abuelas que han sido testigos
del trasegar del tiempo a través de la transformación de su cuadra; por miles
de niños y niñas que han dejado grabadas en el asfalto el eco de sus risas y
llantos y la memoria eterna de sus juegos; por miles de historias de amor que
fueron responsables de que la vida se siguiera perpetuando en la ciudad.
Para
que la voz de la memoria que tiene la calle no sea acallada hemos iniciado el
viaje al corazón de la calle, a recoger la memoria de ese corazón. Para lo cual
vamos a ‘conversar’ con las personas que habitan alrededor del hueco que será
intervenido, nos disponemos como Unidad de Mantenimiento Vial a escuchar a la gente, lo que para el
pensamiento de los ancestros el territorio de Bacatá significa viajar en la palabra del otro. Testimonios
de ancianos, ancianas, niños, niñas, jóvenes, trabajadores, habitantes de la
calle, recicladores… en general de diversos personajes que surgen alrededor de
esa calle y que puedan contarnos una parte de su historia en la vía. De ahí
surgirán quienes recuerden los hechos más importantes que esa calle ha
atestiguado, como la visita de personajes famosos o eventos de recordación
perdurable que fueron contados por sus abuelos o simplemente sus recuerdos de
vivencias sencillas que hacen que cada calle de Bogotá se única para quienes la
habitan.
Podremos
encontrarnos con historias que nos cuenten de cómo era el territorio antes de
que se construyeran esas calles, quizá encontremos historias de ríos
silenciados o humedales extinguidos o de árboles gigantes que sirvieron para
marcar pactos de amor de sus abuelos y sus padres y que hoy ya no son
recordados.
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